EL CASTILLO MUSULMÁN DE SALCEY.


CASTILLO DE SALCEY.

    Esta es una zona antigua y ambigua, muy desconocida, de viejas civilizaciones aún por descubrir, un yacimiento que los entendidos denominarían como antiguo, pero destruido y por todo ello, mucho más interesante.
 
   El entorno de Huerto de las Oliveras, Puy-Águila, Barranco y Cueva de los Moros, Peña Mascarada y todos sus aledaños, nos dejaron en todo su entorno, algunos restos que nos llevan a civilizaciones como la romana y la árabe.



   Los trozos de cerámica encontrados, nos remiten a estas dos civilizaciones, incluso alguna anterior (como veremos más adelante). Además una piedra de molino manual de color negro (lava volcánica), que las utilizaban entre sus enseres los romanos en sus desplazamientos y cerámica Terra Sigillata.

Restos de cerámica, romana e íbera.

Útil de molino manual (piedra volcánica)


   En este caso nos vamos a referir únicamente a la Peña Mascarada, pero más que por su nombre, va a ser para tratar el porqué de su aspecto.
 
   Siempre pasábamos de niños con nuestros padres por debajo de dicha peña, pero la única referencia a ella era su cueva, la cueva de la agüelica Pez; nos invitaban a cantar: "Agüelica Pez, Agüelica Pez, échame un caramelico otra vez". Un contrasentido, porque nunca lo echaba y aún así cada vez que pasábamos, lo cantábamos.
 
   Evidentemente no estaba la agüelica Pez, pero si la cueva, y ¿Que hacía esa gruta en mitad de un cortado? y ¿Que eran todos esos agujeros alineados a lo largo de la peña?. Todas esas preguntas me las estuve haciendo durante muchos años; llegué a pensar que por haber encontrado restos antiguos por los aledaños, incluso cabía la posibilidad de que fueran enterramientos y ni corto ni perezoso intenté averiguarlo.
 
   Me puse en contacto con un amigo montañero de Villanueva de Gállego, llamado Juan F. Calderón y nos desplazamos en un corto trayecto a la peña Mascarada (hace esto 15 años), se descolgó desde el enganche de mi coche e inspeccionó alguno de los agujeros más grandes, dándome las medidas de uno de ellos (1 metro de diámetro x 3 metros de profundidad), a la vez me dice que están vacíos.


Juan F. Calderón, inspeccionando los agujeros.

   Así quedó el tema durante algún tiempo, pero sin dejar de darle vueltas al asunto, los agujeros no estaban allí por casualidad.
   
   Algunos años más adelante, me puse en contacto con A.R.C.A. (Asociación para la recuperación de los Castillos Aragoneses), además de enseñarles algunas de las cerámicas y piedras de molino encontradas, visitamos la Traviesa, el barranco y cueva de los Moros, el entorno de la peña de la Hermenada, andamos por el morrico de Puy-Águila, el barranco de las Piedras Preciosas y bajamos a ver la peña Mascarada; en este momento se abre una nueva perspectiva, me cuentan que aunque muy estropeada, es una construcción lígnea y que hay algunos otros casos de especial relevancia, incluso en la provincia de Huesca. 

Cueva de los Moros.

Traviesa de Piedra.

   Ellos mismos me hablan de un artículo que habla de estos temas similares al de la peña Mascarada y que se titula: "Los primeros castillo de la frontera de los Arbas y el Onsella. Problemas metodológicos". 
   
   Evidentemente me compré el libro y al leer dicho artículo pude comprobar que se trataba de una construcción lígnea de más o menos envergadura. Esto me llevó a un siguiente paso, evidentemente intentar contactar con Don Bernabé Cabañero Subiza, autor de dicho artículo.
   
   De este contacto telefónico y de dos visitas al lugar en cuestión, acompañado de Don Bernabé Cabañero y del fotógrafo Don Alfonso Lafarga, se producen estos datos que voy a reproducir.

El castillo islámico de Salz (término municipal de La Paúl, Huesca)
Bernabé Cabañero Subiza 
(Profesor Titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Departamento: Historia del Arte).

   En junio de 2011 Don Ramón F. Ortiz Abril se puso en contacto conmigo para decirme que en las proximidades del pueblo donde vivía, La Paúl (Huesca), se conservaban los restos de haber existido allí una fortaleza fundamentalmente lígnea. En su extraordinaria curiosidad intelectual y cariño hacia su pueblo, siempre le habían llamado la atención aquellos restos de mechinales que existen en la "Peña Mascarada" y cuyo significado no acababa de comprender. Puesto en contacto con los miembros de la Asociación de Recuperación de los Castillo de Aragón (A.R.C.A), estos hicieron con Don Ramón una visita a la "Peña Mascarada" y, con todo acierto, ya le comunicaron su impresión de aquello, se trataba de una fortaleza de la Alta Edad Media de aspecto fundamentalmente lígneo, semejante a las que yo había estudiado tanto en el mundo cristiano como íslamico.

Fotos superior e inferior del día del trabajo de campo.

Don Bernabé Cabañero Subiza con Ramón F. Ortiz Abril.
   
   Tras una primera visita en agosto de 2011 a La Paúl, yo le confirmé la impresión que ya le habían transmitido a Don Ramón F. Ortiz los miembros de A.R.C.A., comunicándole que lo que se presentaba como la tarea más acuciante era poder determinar que nombre histórico tuvo aquel yacimiento arqueológico, de cara a poder determinar su cronología, puesto que tenía que haber sido un hábitat de nombre diferente al de La Paúl, localidad, de nombre moderno y cristiano, que fue creada de nueva planta por el Barón de Gurrea en 1751.
   
   Ya allí mismo contemplamos la posibilidad de que el nombre de aquel yacimiento arqueológico de cronología alta fuera el de Salz, por encontrarse en sus proximidades la iglesia de Santa María del Salz (Zaragoza). Sin embargo, la iglesia de Santa María del Salz no debió de ser nunca la iglesia castrense, puesto que parece que el castillo de Salz no fue reconstruido tras su desaparición en 1118, además la ermita de Santa María del Salz se encuentra demasiado lejos del yacimiento de Salz, como para haber sido creada en origen como compañera del castillo. Pienso, más bien que cuando se erige la ermita, (cuyo origen remonta a 1154, porque un diploma de Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón y conde de Barcelona, se refiere a ella) se toma este nombre, pues existía el recuerdo de que esta partida había sido conocida como Salz.
   
   Salz es un fitónimo (esto es, un topónimo relacionado con la vegetación) de origen romance, que es la evolución y deformación de la palabra latina "salis-salicis", que quiere decir "sauce"; fitónimos relacionados con él en Aragón son los de "Salcedillo", "Ontinar del Salz" y "Samper de Salz". Es importante anotar que este fitónimo de Salz no aparece arabizado.
   
   La aparición en prospección de abundante cerámica de época íbera y romana, de una moneda romana, así como de una piedra de molino de origen volcánico de aspecto romano, hace pensar que primero existió un yacimiento de época ibérica que habría sido ampliado en época romana. Este hábitat debió de abandonarse o entrar en un periodo de vida muy lánguida durante la Alta Edad Media, reocupándose o revitalizándose en época islámica para la construcción de un castillo vigía, no muy consistente, en una etapa cronológica en la que no parece que este lugar tuviera una vida muy intensa, ya que nosotros no hemos visto cerámica de origen musulmán en este lugar. Habría sido en época romana cuando el hábitat ibérico habría cambiado su primitivo nombre por el de "Salix"  que habría evolucionado finalmente en "Salz".
   
   Jerónimo Zurita en sus Anales de Aragón se refiere en el libro I, capitulo XLIV, a la existencia de un castillo musulmán en Salz, que fue destruido en el año 1118. Zurita se basó para emitir esta información en una fuente escrita que no se conserva, o que por lo menos hasta el momento presente no ha podido ser localizado. Zurita toma sus informaciones de fuentes más antiguas, que él considera creíbles, pero que no menciona. Aunque en la mayoría de las fuentes que utilizó Zurita han llegado hasta nuestros días, se conocen y han sido identificadas, no es nada inusual en los Anales de Aragón que la fuente utilizada por Zurita no se conserve y, por ende, no haya podido ser localizada, lo que no por eso le resta credibilidad.
   
   Según la información que recoge Zurita el rey Alfonso I de Pamplona y Aragón (r. 1104-1134), encontrándose en Castilla, mandó venir de Francia para la conquista de Zaragoza a contingentes de tropas procedentes del Bearn y de la Gascuña. Este Ejército estuvo formado a mediados de mayo de 1118 junto a la laguna de Ayerbe (Huesca), y de allí partieron a Almudévar (Huesca), ciudad que no se rindió y que tuvo que ser conquistada por las armas, siendo pasados a cuchillo todos sus habitantes tras tomarla por la fuerza. Semejante matanza conllevó que los musulmanes de Sariñena, Salz, Zuera y Gurrea, aterrorizados, abandonaran sus castillos y lugares sin oponer resistencia al ejército franco. Así los ejércitos llegados de allende del Pirineo habían conquistado el arrabal de Altabás y las aldeas que estaban en el entorno de Zaragoza a los pocos días, de tal manera que el rey Alfonso I de Pamplona y Aragón regresó de Castilla para dirigir personalmente el asedio de la ciudad de la vega del Ebro antes de que finalizara este mismo mes de mayo de 1118.
   
   En realidad esta identificación del castillo de Salz al que se refiere Zurita con las inmediaciones de la iglesia de Santa María del Salz había sido hecha con anterioridad a nosotros, en dos libros: Agustín UBIETO (ARTETA), "Toponimia aragonesa medieval", Valencia, ed, Anubar Ediciones, 1972, p.170; y Antonio UBIETO ARTETA, "Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados, III". Zaragoza, ed. Anubar Ediciones, 1986, p.1104.
   
   En cuanto al castillo de Salz, éste debió ser incendiado en sus partes fundamentalmente lígneas, con el fin de que no pudiera volver a ser utilizado por los musulmanes en caso de retirada cristiana. Este incendio habría ennegrecido el cortado sobre el que se encontraban los elementos lígneos generando este micro-topónimo que tiene en la actualidad de "Peña Mascarada", esto es "peña ennegrecida por el efecto de las llamas". El castillo de Salz ya no volvió a ser reconstruido en época cristiana, lo que se explica porque había dejado de cumplir toda función en la articulación de la frontera islámica una vez que Zaragoza cayó en manos de los pamploneses y aragoneses el 18 de diciembre de 1118, lo que se confirma por que el rey ya no nombró nunca tenentes para esta fortaleza de Salz, que debió quedar completamente desmantelada de un potente estrato de cenizas y de la ausencia de cerámica en superficie posteriores a la ocupación cristiana.
   
   Esta desaparición tan radical de la fortaleza de Salz, que no vuelve a ser mencionada en las fuentes escritas, se entendería tanto mejor si partes muy significativas del mismo eran de madera y desaparecieron por completo en el incendio de 1118, por lo que ya no tenía ninguna lógica dado el lugar donde se encuentra y el cambio de las fronteras, rehacerlo prácticamente de la nada.

   Este caso que parece revelar las fuentes escritas se observa en otros lugares de la frontera entre la Cristiandad y el Islam en la Península Ibérica en los siglos IX y X. Así, Ibn Hayyan de Córdoba refiere como en el año 897-898 las tropas de Lubb ibn Muhammad al-Qasi atacaron el castillo de "Aura", en la jurisdicción de Barcelona, apoderándose de él y quemándolo. Esta torre de "Aura", debía de estar construida enteramente de madera, algo que es lo propio de una cronología tan antigua, y es así como cobra pleno sentido el hecho de que el historiador que escribe en lengua árabe diga que el castillo fue "quemado" (y no demolido), lo que se confirma por el hecho de que todo él debió de quedar completamente arrasado hasta el punto de que no vuelve a ser citado en las fuentes cristianas. Obviamente esta destrucción tan radical se entiende mucho mejor para una obra construida en madera que para una levantada en piedra. Del mismo modo los historiadores Ibn Idari y al-Udri afirman que el castillo de "Uryuela" -probablemente Oliola (Lërida)- fue igualmente incendiado por el caudillo musulmán Muhammad íbn Abd al-Malik -conocido como al-Tawil- en el año 909-910.

   La mención de varios ejemplos de castillos con partes erigidas con adobe y un entramado de madera o exclusivamente de madera que fueron incendiados y desaparecieron por completo, sin volver a ser reconstruidos, podría hacernos caer en el error de pensar que la arquitectura lígnea es excesivamente frágil, y por tanto no muy adecuada para la arquitectura militar que precisa soluciones más consistentes, pero esto no resulta ser completamente cierto, como voy a matizar, por varias razones.

   1ª- Todavía en la actualidad  se conservan torres y casas que fueron construidas con entramados de madera, cuyos paramentos se cerraron con adobe, en contextos similares a los que estamos tratando en este artículo. Así, por ejemplo, en la localidad de Retuerta (Burgos) se conservan casas con entramados de madera y cierres de adobe de hasta tres niveles, lo que les confiere un aspecto de torres (lám. 1). Esta arquitectura no solo no es frágil sino que el peso que tiene el metro cúbico de adobe es increíblemente pequeño, y por lo tanto menor o al menos igual que algunas variedades de madera. 

Lámina 1.

   2ª - La función de las estructuras de madera era solo completar a castillos que tenían partes significativas erigidas en piedra o en las que el medio natural cumplía una función similar a las paredes verticales de los castillos. Esto se aprecia con claridad en dos acuarelas que el pintor Alberto Durero realizó hacia 1495 desde distintos ángulos del castillo de Segonzano (Italia).
   
   El amurallamiento era pétro en todos sus frentes excepto en la zona en la que limitaba con un acantilado, prácticamente vertical e inacesible, en el que únicamente se construyeron estructuras lígneas, independientes entre si y colocadas en distintos lugares, apoyadas sobre pies oblicuos, cuya función era la de hostigar a quien pretendiera llegar hasta el interior del castillo escalando este paredón de roca. En realidad estas estructuras de madera del castillo de Sogonzano (láms. 2 y 3) actúan como verdaderos cadalsos de madera, con la única diferencia de que lo normal es que los cadalsos lígneos, y luego los matacanes, se dispongan en lo alto de lienzos verticales construidos por el hombre, mientras que en Sogonzano la pared vertical es natural y está creada por la naturaleza, habiendo sido aprovechadas las ventajas que ofrece para la defensa por el hombre.

Lámina 2.

Lámina 3.

   En realidad al construir un castillo, e incluso una ciudad, en la Antigüedad y en Época Medieval, siempre se procuró que el lugar sobre el que se erigía tuviera ya ciertas características orográficas concretas que facilitaran su defensa, incluso cuando estas no existían se creaban de una manera artificial construyendo una mota de tierra de forma sumamente cónica e inaccesible por todos los lados en cuya parte superior se disponía el castillo de madera. La forma en la que estas motas se construían y luego se erigían sobre ellas las torres lígneas puede verse en "el tapiz de Bayeux" (Francia), técnicamente un bordado, que se cree que puede datarse entre los años 1066 y 1082.

   Ambas cosas pueden verse en Salz, el yacimiento que está por delimitar, se encontraba en una llanura que estaba delimitada al norte y al sur por dos barrancos naturales y que en su extremo este cuenta con un gran cortado creado por la acción erosiva del río Gállego (lám. 4). En realidad es un medio geográfico bastante parecido al de la ciudad helenística y luego romana de Dura-Europos (Siria) que en sus lados norte y sur cantaba con la defensa natural de dos profundos barrancos naturales por los que los días de lluvia el agua llegaba hasta el río Éufrates que generaba también como en Salz un profundo valle respecto al que la ciudad quedaba en la parte superior del cortado; así, pues, en Dura-Europos sólo fue imprescindibles la construcción de una muralla completamente artificial en el frete suroeste, con el fin de que separara la ciudad de la llanura en la que se encuentra y de la que forma parte.

Lámina 4. 
Entorno de Huerto de las Oliveras, Peña Mascarada, Puy-Águila y Cueva de los Moros (foto de Alfonso Lafarga).

   En el caso de Salz, naturalmente todo a escala mucho menor que en Dura-Europos, existía una muralla, de la que no quedan restos de su parte aérea en el lado oeste, y unos lienzos de ejecución más sucinta junto a los barrancos de los lados norte y sur, siendo suficiente para la defensa del lado este construcciones de entramados de madera y de adobe, o solo de madera, que funcionálmente actuarían como cadalsos lígneos. Únicamente en el barranco meridional se conservan algunos restos de unos paramentos de obra llevados a cabo con sillarejo de piedra de yeso, unidos entre sí con mampostería, que pudieron pertenecer a unos muros defensivos de cierre, todo muy degradado y de muy difícil datación.

   En el montículo conocido como Puy-Águla de 370 metros de altura (lám. 5) debió de existir una mota artificial, puesto que se ve que la tierra que la integra es de una coloración distinta a la de las colonas circundantes, aislada mediante un foso del llano al que estaba unida,. Sobre la mota debió de existir una torre de madera, de la que no se conservan restos, pero que se puede evocar en un contexto semejante por la representada en el centro del ábside de la parroquial de la Asunción de Alaiza (Älava) hacia el año 1366. Para formar los muros de contención o la base de la torre de esta mota de Salz fueron llevados hasta allí algunos sillares de piedra caliza que no son del lugar. 

Lámina 5 (foto de Alfonso Lafarga)


Sillares que no son del lugar. (fotos de Alfonso Lafarga)

 Este en concreto lleva la gravación íbera "Tú", (foto de Alfonso Lafarga).


Con Don Bernabé Cabañero en Puy-Águila.


   Esta mota cumple una función semejante a la que ejerce la llamada "Torreta de Tartafaya" respecto a la Peña Mediodía en Piracés (Huesca), ya que situada en una colina de gran visibilidad hace la función de ojos de un castillo que carece de ellos, pero que debido a que aprovecha un impresionante cerro testigo de piedra caliza constituía un lugar pintiparado para erigir un castillo con el menor esfuerzo humano posible. Del mismo modo la torre Puy-Águila complementaba las estructuras lígneas de la "Peña Mascarada" que carecen de la visibilidad necesaria par prever un ataque enemigo. 
   La alianza de las formas a veces caprichosas de la naturaleza que favorecen la defensa pasiva con una mínima intervención humana debía de conseguir resultados sumamente eficaces, tal como lo demuestra el hecho de que el califa Äbd al-Rahman III (reinó como emir de 912 a 929 y como califa de 929 a 961) sitiara en 937 la localidad de Uncastillo (Zaragoza), que se protegía en esta época en los laterales de la roca con estructuras lígneas de madera, y tuviera que abandonar el asedio sin poder conquistar esta plaza, puesto que como afirma Ibn Hayyan de Córdoba la fortaleza de Uncastillo era "roca aislada e inaccesible por cualquier lado". Este testimonio es tanto más ilustrado cuanto que trece años antes, en 924, la capital del reino de Pamplona fue abandonada por su población, debido a que esta ciudad se encuentra sobre una pequeña colina que no les pareció a sus habitantes que le proporcionaría garantías suficientes de defensa ante el emir de Córdoba. 
   Del mismo modo también es muy significativo que en los castillo que se construyen a instancias del conde de Anjou, Foulque Nerra, el "Halcón Negro", se levantara un "domicilium", es decir un castillo rectangular de piedra concebido para la vida habitual, y una mota de grades dimensiones con un castillo de madera en su parte alta por si en un episodio bélico era preciso de manera eventual protegerse en ella. Nos referimos en concreto al castillo de Langeais, erigido entre 994 y 996, y el de Montbazon, construido entre 1005 y 1015 (ambos en el departamento de Indre-et-Loire, Francia).
   3ª - La madera convenientemente tratada es casi innífuga. El "Mappae clavícula de efficiendo auro", texto del que se han conservado copias de los siglos X y XI, afirma que las fortalezas lígneas se protegían de las armas incendiarias con cueros y lanas humedecidas con vinagre, orina fermentada, césped o estiercol. En este mismo sentido es también impresionante el relato de Aulo Gello, escritor del siglo II d. C., que refiriéndose al asedio del Puerto del Pireo por Sila, narra como los defensores habían embadurnado una torre de madera con alumbre, y por eso las llamas la envolvían pero sin consumirla.

   Las fortalezas de madera fueron utilizadas tanto por los pueblos germanos como por los romanos de la Antigüedad. Tácito cuenta como en época de Tiberio, en la selva Cesia, los romanos construyeron un campamento defendido por el frente y la espalda por empalizadas y por los lados con montones de árboles. Vegecio en su obra Epitoma Rei Militaris, texto bastante conocido en la Edad Media, explica minuciosamente como deben ser construidos los fosos y los muros de tierra, en los que se clavaban estacas de madera que transportaban diariamente los milites. El aspecto de estos campamentos lígneos de época imperial puede evocarse a partir de la imagen de uno de ellos representado en un mosáico con escenas nilóticas conservado en el Museo del Bardo de Túnez y que fue encontrado en 1896 en la localidad de El Alia (lám. 6).


Lámina 6.

   En los años 1960 y 1961 Alberto del Castillo y Manuel Riu Riu prospectaron una serie de conjuntos lígneos levantados sobre bancos rocosos en la orilla derecha del río Llobregat, en Viver de Serrateix (Barcelona). En las partidas conocidas como el Serrat y el Castellot, se levantaron, aprovechando una serie de rocas de gran interés estratégico, varios conjuntos fortificados destinados a proteger el camino que unía la Cerdaña con el Pla de Bages. Estas fortalezas estaban integradas al menos por veinte torres dispuestas en siete bancos unidas entre si por empalizadas que bordeaban la plataforma superior. Todo este conjunto poseía también una serie de estructuras lígneas rectangulares sostenidas por pies derechos y apoyadas en las paredes laterales de las rocas; de estas construcciones se conservan dos series paralelas de mechinales que están separadas entre sí por una altura de unos dos metros y sobre las que se disponía una techumbre a dos vertientes cuyo caballón central era perpendicular a la roca. Para evitar las filtraciones del agua en estas construcciones defensivas se tallaron en la roca profundas incisiones que permitieran desviar el agua de lluvia (lám. 7). Este descubrimiento, que se hizo público en 1962, se vio corroborado con las propias representaciones que pueden verse en la Columna Trajana de Roma de la campaña del año 101 del emperador Trajano contra Dacia en que pueden verse los edificios de la ciudad germana de Tapa, y de sus alrededores, en el momento de ser incendiados (lám. 8).  


Lámina 7.

Lámina 8.

   En 1985 se dieron a conocer fortalezas igualmente lígneas en el extremo oriental del reino de Pamplona, Luesia (lám. 9) Sibirana y Uncastillo (las tres localidades en la provincia de Zaragoza), así como en el mundo islámico en el castillo de Piracés (Huesca) (lám. 10). Este mismo año también se publicó la existencia de una fortaleza de este tipo en Islallana (La Rioja) en las frontera entre la Cristiandad y el Islam en el margen meridional del Reino de Pamplona.


Lámina 9.

Lámina 10.

   Don Ramón F. Ortiz Abril me pidió en el verano de 2011 que escribiera una pequeña aportación para una historia de La Paúl que estaba preparando, encargo que se ha ido demorando debido a que hasta marzo de 2013 no fuí a La Paúl a hacer el trabajo de campo para componer luego estas escuetas líneas. Al preparar el dibujo de recontrucción del aspecto que pudo tener este conjunto (láms. 11 y 12) apreciamos que guardaba grandes similitudes con los castillos de Piracés, Islallana y Luesia, citados por orden de semejanza.



Lámina 11 (foto de Alfonso Lafarga)


Lámina 12 (montaje Bernabé Cabañero Subiza, Alfonso Lafarga y Ramón F. Ortiz Abril)


   Las construcciones lígneas, concebidas a modo de cadalsos se disponían en cuatro bloques, el más meridional tenía dos niveles o plantas y conserva restos de los machinales del forjado del suelo y del forjado del techo sobre el que se encontraría la cubierta, sin embargo debido a su enorme altura, próxima a los cinco metros, tuvo que estar dividido en dos plantas, si bien este forjado intermedio no se sustentaba con vigas que entraban directamente en el farallón rocoso sino con algún tipo de suelo interno que se sostendría sobre pies derechos. De los cuatro grupos de edificios éste era el que estaba más abajo, quizás originalmente sobre unos cuatro metros de altura sobre las gravas naturales. El forjado interior está sustentado por vigas perpendiculares a la roca, que en las vigas mayores llegan a entrar en la roca hasta 3 metros de profundidad  y que tienen unas dimensiones en la boca de entrada de una altura de 65 cm. Estas vigas perpendiculares al muro (lám. 13) debían de apoyarse en pies derechos como se demuestra en Islallana, donde se conservan en el suelo rocoso hasta las improntas de los postes verticales; así también imaginaron los distintos autores que los han estudiado los castillo de Viver de Serrateix y Luesia.


Lámina 13 (foto de Alfonso Lafarga).

   El segundo cuerpo estaba más al Norte, y del mismo modo que los otros dos más septentrionales tuvieron que apoyarse sobre pies oblicuos debido a la gran altura a la que se encuentran. Tendría dos niveles u albergaría en su parte norte una pequeña cueva (conocida en el lugar como la "cueva de la agüelica Pez) que creo que servía como hornillo de brasas, razón por la que tiene inmediatamente a la izquierda según se mira (lado sur en la realidad) el tiro de una chimenea; esta solución es muy semejante a la que se puede ver en el castillo de Piracés. La incorporación de cuevas a estas estructuras lígneas es habitual pues aumenta su volumen útil, en ocasiones no sólo se incorpora una cueva al edificio fundamentalmente lígneo sino que el edificio defensivo es una cueva al que se le ha dotado de cerramiento de madera, con lo que acaba presentando un aspecto bastante parecido al que ofrecía la cueva de Covadonga (Asturias) antes del incendio del año 1777 y que se conoce por distintas litografías y reproducciones pictóricas (lám. 14). 


Lámina 14

Covadonga en la actualidad.

   El tercer cuerpo debió de ser similar al segundo, aunque desde luego, carece del tiro de una chimenea. En el cuarto cuerpo, que es el más septentrional, se aprecian dos primeras construcciones lígneas, unidas entre sí, con dos plantas o niveles y su correspondiente cubierta a una vertiente; en el extremo derecho (norte en la realidad) sólo se conserva una hilada de mechinales, sin el menor atisbo que existiera una hilera superior de mechinales, lo que hace pensar que pudo tratarse de una plataforma carente de cubierta, por lo que recordaría a aquellos cadalsos de fortalezas de la Península Ibérica del siglo X e incluso de los primeros años del siglo XI que sólo tenían el hueco en la zona del suelo del cadalso para hostigar a los enemigos y los laterales, pero no cubierta, ya que en sentido estricto no es imprescindible para la defensa vertical, aunque desde luego sí que hace más cómodo el trabajo a los defensores de la fortaleza.

   Querría terminar dándole la enhorabuena a Don Ramón F. Ortiz, infatigable defensor de su pueblo y enamorado de su tierra, que con su ejemplar labor nos indica el camino que deberíamos de seguir todos en una región que nunca se ha caracterizado por ser una gran defensora de sus valores culturales.

   Con lo expuesto anteriormente por Don Bernabé Cabañero Subiza, se da un pequeño cambio a la ubicación histórica del castillo islámico de Salcey. Hasta ahora se le situaba en el lugar de la actual ermita del Salz, pero como hemos comprobado se encuentra 2 km más al norte, en el término municipal de La Paúl.

   Los posibles detractores dirán que La Paúl es provincia de Huesca y que los historiadores relataban que el poblado y castillo de Salcey (Salz) estaban ubicados en la provincia de Zaragoza y término de Zuera. La propia historia narra que era una población independiente del propio Zuera y como podemos ver, así es efectivamente; no se equivocaban, la única diferencia de entonces a hoy en día, es que el término de La Paúl hasta 1833 era provincia de Zaragoza (jurisdicción Zuera) y que a partir del último reparto provincial de Javier de Burgos, pasó a ser de Huesca.

   Algunos nombre actuales del término donde se ubicó la fortaleza y poblado de Salcey (Salz), todavía lo relacionan más, concretamente se le conoce como "Saleras" y el cortado donde se situó dicho castillo o fortaleza se le conoce como "Peña Mascarada", por muchos años se debió conservar oscurecida y negra, tras ser atacada con catapultas e incendiada por Gastón de Bearne en su camino del Gállego hacia Zaragoza. La tradición a lo largo del tiempo ha querido que una "Peña" blanca por sus yesos, haya llegado hasta nuestros días con el nombre de "Peña Mascarada".

   Hay un dato más que me parece relevante o digno de reseñar. Como conocedor del recorrido de los monjes Cistercienses desde la Abadía de Gimont (Francia) hasta el monasterio de Rueda, en su afán de cristianizar las zonas antes ocupadas por los musulmanes, se puede comprobar que nunca situaban sus casas de retiro y de trabajo en lugares o pueblos ya habitados. Tras pasar la forntera, la primera de ellas (aunque se desconoce actualmente el lugar) se estableció en el antiguo desierto de la Violada, muy lejos de Almudevar o Gurrea, tras pasar el Salz, lo hicieron en Juncería a cierta distancia de Burjazud  (en Villanueva de Gállego) llegando posteriormente a fundar el monasterio de Ntra. Sra. de Rueda, y aunque hoy en día coincide con el pueblo del mismo nombre, éste creció al abrazo de dicha abadía; es de pensar pues que en el caso de la badía de Salz de Gállego, tampoco lo hicieran y si a 2 km que es la distancia que separa la actual ermita del Salz con el poblado y castillo de Salcey (Salz).   

Espero que este trabajo sobre el Castillo Musulmán de Salcey sea de vuestro agrado ... Ramón F. Ortiz Abril.







































































CHARLA SOBRE EL CASTILLO DE SALCEY EL 13 DE MARZO DE 2015 EN ONTINAR DEL SALZ:













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